Nacida en el campo de Hammada de Tinduf, en la frontera entre Argelia y el Sáhara Occidental, Aziza Brahim se ha erigido en la voz de un pueblo que sigue luchando en silencio por su supervivencia. El latido de los refugiados
se deja sentir en cada una de las notas que emanan del tabal de esta percusionista y cantante saharaui que ha liderado la lista de la crítica europea durante tres meses gracias a su tercer trabajo discográfico “Soutak”
(Tu voz), grabado el pasado año en directo en la ciudad de Barcelona donde reside desde 2000.
“Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, y nosotros vivimos abrazados a ella. Nos quitaron el territorio, la libertad, los derechos. Mi pueblo está resistiendo en condiciones extremas y, aunque nos intenten retirar
hasta la ayuda humanitaria, no vamos a perder la esperanza, a pesar de que la realidad no contribuye demasiado a mantenerla.” Sus palabras se traducen en unas canciones impregnadas de nostalgia y denuncia, no solo en favor del pueblo saharaui, sino
de los refugiados de cualquier lugar del mundo.
“El título del disco es un homenaje
a la voz de mi pueblo que desde hace 40 años se está quedando en el olvido, y a la voz de todas las personas que se encuentran en la misma situación, toda la gente desfavorecida”, explicaba recientemente en una entrevista en
Radio Nacional.“La voz de los refugiados es mi voz, su sentimiento es el mío y su denuncia es la mía.”
Aziza sigue a través de la música, la lucha iniciada por su abuela Ljadra Mint Mabruk, reconocida poetisa saharaui. “Sería frívolo desligar lo que hago de la realidad
en la que he vivido y la que rige mi vida. Hablo de mí en primera persona, pero también de la historia de mucha gente de mi pueblo y de otros pueblos. Podría cantarle al amor, pero hay otras preocupaciones y me siento a gusto expresándolas,
es la esencia de mi música.”